Las tres autoras del dossier hemos buscado respuestas y justificamos el dolor que la narrativa de María Fernanda Ampuero nos provoca. Decimos, por ejemplo, que ella escribe desde la soledad de ser migrante, desde el duelo familiar, que de esta manera forja el carácter de sus lectores y, sobre todo, de sus lectoras… así repetimos hasta convencernos. Porque nos gusta leer y sabemos que la literatura es lacerante, no complaciente. Y, por supuesto, somos, en estos textos, tres niñas que se han hermanado hasta convertirse en trillizas que colapsan acostadas y temblorosas en una cama, llenas de miedo, esperando a que un hombre se siente en una silla vieja de madera a leernos el último cuento que nos impida conciliar el sueño. Tenemos los pies fríos, los ojos salidos y las lenguas adormecidas.
Photo: Laurent Elie Badessi
University of Oklahoma
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